viernes, 28 de enero de 2011

Punta del Este cultural




Volví a Punta del Este con el objetivo de disfrutar de la ciudad desde un punto de vista más cultural (iluso), más que de la playa, como lo había hecho tiempo atrás. En la edición impresa del diario El País del último domingo, una crónica relataba los libros que más se vendían en el balneario más famoso de Uruguay. Lideraban Mario Vargas Llosa, Stieg Larsson, Umberto Eco, Andrés Oppenheimer y Nelson Fernández las librerías esteñas (algunas abiertas hasta las 1 PM).

Pude adquirir un ejemplar de la obra "Paradojas del individualismo", de la filósofa española Victoria Camps, además de su contemporáneo y coterráneo Gustavo Bueno (filósofo materialista), con "La vuelta a la caverna". Encontré a buen precio también algunas obras de Ernesto Sábato (que este año cumplirá, si las leyes naturales lo permiten, 100 años de nacimiento). Sin dudas, la que más me emocionó fue la obra traducida "El gran diseño", de Stephen Hawking y de Leonard Mlodinow, que trata sobre la declaración la teoría M, física cuántica y la destrucción de la idea de algún dios creador del Universo.

La gente sigue llevando muchos libros a la playa (no solo en Punta) y es un buen síntoma que por lo menos se está leyendo. Evaluar el contenido de la lectura tampoco es harina de otro costal, pero "por lo menos se lee".

La oferta teatral tampoco mermó, solo que en la mayoría de los casos se trata del teatro de revista, que sirve, a veces, para divertir un poco.

Asistí, aprovechando la oferta cultural de la ciudad, a una charla sobre la cultura tibetana en el exilio y cómo se transforma con la era de la sociedad del conocimiento y la información. Aproveché para intercambiar algunas preguntas políticas con el representante del Dalai Lama para América Latina y abandoné el diálogo cuando un jovencito comenzó a preguntar sobre el karma.
En Piriápolis, por falta de organización, no fui hasta el castillo de Francisco Piria, el fundador y visionario uruguayo del siglo XIX, pero pude apreciar algunas piezas del museo ferroviario de la ciudad.

Aprovechando mi visita a Punta, y como me había quemado ya el primer día (todavía tengo secuelas) destiné mi tiempo a más recorrido de ciudad que de playa. Fui hasta el Museo del Mar (ubicado a escasos km de Punta, en La Barra) y me llevé la sorpresa de asistir a un gran centro cultural perdido entre árboles de eucaliptos. Tienen animales marinos embalsamados, algunos fósiles de animales prehistóricos de la zona, esqueletos de ballenas encontradas en Uruguay, una variada colección de caracoles y caballitos de mar. El museo también cuanta con una exhibición de la historia de Punta del Este, de Piriápolis y de otros balnearios de Maldonado. Alberga, además, una exhibición sobre la historia de la piratería. Una vuelta a Casapueblo tampoco vino mal, pero esta vez no recorrí sus instalaciones.

En fin, pude disfrutar de estos días de vacaciones, aunque igual estuve informado sobre el atentado en Moscú y las revueltas en Egipto, al menos, las manifestaciones en Medio Oriente dan un respiro y proponen nuevos análisis para desterrar las últimas dictaduras del mundo. Pero no nos tensionemos con esto (al menos por el momento, esto no es Roarkmanía).

viernes, 21 de enero de 2011

Entre lo pesado y liviano


De cuerpo, resistente.
Ayer, dormías obligatoriamente
sobre la arena amarga,
aceptando las luces blandas,
que asustaban hasta al Sol.

Hoy, sin la carga del cuadrante
puntiagudo, con la mordaza
cortada, algo más liviano te pesa.

No es el cansancio el dulce sueño
añorado, en una tarde de idiotas,
bajo el cielo menos oscuro.

No te marchas por miedo,
el espejo ya está roto,
y sin cuerpo, te pierdes.

Te quedas, porque no sabes dónde ir,
te callas, por la oscuridad renegada.

Hoy tu dios se convirtió en
almohada, mientras la última lágrima
de emoción bajó desolada.

Te faltan muchos años,
pero ya no estás.