viernes, 10 de enero de 2014

¿Qué leen los paraguayos? (X)

Ranking de los libros más vendidos en Paraguay en la primera semana del año 2014 (*)

Extranjeros



1- Virus letal. Maze runner, de Dashner James. Vergara & Riba.    

2- Hush, hush, de Becca Fitzpatrick. Ediciones B.   

3- Danza de dragones, de  George R.R. Martin. Plaza James.    

4- 48 leyes del poder, de Robert Grenne. Atlántida.    

5- Horóscopo chino 2014, de Ludovica Squirru. Atlántida.    


Nacionales   


1- Nazismo y fascismo en el Paraguay, de Alfredo Seiferheld. Servilibro.    

2- Gondra, Picuiba, Yrendague, de Rafael Franco. Intercontinental.    

3- Eligio Ayala. Pte.1924-1928, de Alfredo Viola. Servilibro.    

4- Novela b, de Mónica bustos. Suma.    

5- Aquel 1811, de José Luis Appleyard. Servilibro.



(*) Fuente: Librería Quijote.

martes, 7 de enero de 2014

Asunción, ¿la ciudad que siempre duerme?




No, no estamos en el infierno y aunque llueva todo el verano, tampoco tendremos el clima londinense. Ni el tereré aguanta tanta densidad en el ambiente. La humedad carcome más vidas que el alcohol y las drogas. Mientras, Asunción sufre mutilaciones, ampliaciones, conflictos inventados y disputas baratas. En medio de la incomprensión el intendente quiere ser reelecto, pero con la basura no se juega. La ciudad crece, y con ella, los desperdicios aumentan. 

Pero Asunción no solo es calor más humedad y falta de educación vial, ahora es también la Costanera y el Barrio San Jerónimo. La ciudad también es el reducido grupo de cafés que tratan de insertarse en el clima subtropical asfixiante. Y los asuncenos son distintos. Son muy diferentes. Diferentes porque ya hay varias opciones gastronómicas, clubes nocturnos y actividades recreativas.

Un abanico de oportunidades sopla en la ciudad. Tal vez sea por el boom económico, por los nuevos edificios que se levantan, por las vetustas casas que se caen a pedazos y que los dueños esperan su muerte, porque la refracción es más cara que cualquier impuesto capitalino. 

No sabemos si llegó el momento en que los ciudadanos volvieron a besar a la bahía. Todavía no podemos concluir que la gente ya da la frente al río. Pero sí sabemos que hay cambios, que la ciudad ya no es la misma. Plazas enrejadas y palomas sin comida. Hay más mendigos en las calles y vendedores en los pasillos. Los centros comerciales crecieron y hasta se mudaron de localidad. 

Pero la gente sigue tirando basura y los buses continúan en la contribución de una capital contaminada, no solo por el humo de los caños de escape, sino por la gente, que prefiere el miedo, la comodidad superflua y la postergación al mismo tiempo.  Y digo esto último porque la gente a veces olvida que vive en una ciudad. Que vive, trabaja, estudia, sueña, se enamora y duerme en una Asunción, que tal vez hoy está siendo reivindicada.

Asunción es la ciudad que no conocemos, la que creemos superada, pero en la que nos movemos y finalmente existimos. Es el rincón de la amargura y del amor, al mismo tiempo, porque tenemos vecinos odiosos y simpáticos. Hay vecinos que todavía saludan, pero en la mayoría de los casos, uno ya no sabe ni sus nombres. Hay síntomas de crecimiento, de expansión, de locura y un poco de lujuria. 

Tenemos una Asunción con graffitis y murales renovadores, con cursos de comida tailandesa y hasta de robótica. Una ciudad donde "los coreanos" ya escasean y los supermercados arremeten. Todavía es una ciudad sin desagüe pluvial, con decenas de baches y de lomadas, con semáforos poco inteligentes y con más funcionarios dentro de la municipalidad que limpiando las calles. 

Vemos más bicicletas en las calles, más pandorgas, más policías municipales hambrientos, más vendedores, más chicos haciendo piruetas inocentes intentando llevar un poco de alcohol y leche a sus casas. Vivimos una locura. Una mezcla de cansancio y hartazgo con esperanza y deseos de civilización. 

Quizás, la ciudad que siempre duerme comenzó a despertarse.



Fotos: Julia Espinoza.