De cuerpo, resistente.
Ayer, dormías obligatoriamente
sobre la arena amarga,
aceptando las luces blandas,
que asustaban hasta al Sol.
Hoy, sin la carga del cuadrante
puntiagudo, con la mordaza
cortada, algo más liviano te pesa.
No es el cansancio el dulce sueño
añorado, en una tarde de idiotas,
bajo el cielo menos oscuro.
No te marchas por miedo,
el espejo ya está roto,
y sin cuerpo, te pierdes.
Te quedas, porque no sabes dónde ir,
te callas, por la oscuridad renegada.
Hoy tu dios se convirtió en
almohada, mientras la última lágrima
de emoción bajó desolada.
Te faltan muchos años,
pero ya no estás.
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