miércoles, 15 de agosto de 2012

Asunción, la ciudad que a veces duerme



Esa ciudad de tranvías, del ferrocarril, de las burreritas, de los cafés y bailes de salón, de cines de terrazas o tés terminó. Puede quedar en el recuerdo de nuestros padres o tíos, pero ya no volverá. Hoy Asunción está cambiada, presenta una nueva imagen, producto de la fusión transformista de una antigua aldea con proyecto de capital a una urbe que crece a ritmo acelerado (aunque no tanto) de forma quizás desordenada y a veces perturbadora para citadinos y visitantes.

Es una ciudad a veces pintoresca y en otras agobiante, sucia, pero es la ciudad que tenemos. Algunos la quieren, otros no. Aún así, en esta realidad finita y material uno cumple, quizás saliendo pocas veces de ella, con la función del ciclo biológico, de nacer, crecer, reproducirse y morir, con variadas tonalidades, formas y pensamiento.

Ese pequeño lapso del existir y en el intento de burlar a la muerte, uno transcurre mucho o corto tiempo en una comunidad y he allí donde se realiza o al menos lo intenta. (O peor, ni siquiera sabe que puede hacer algo más que cumplir el ciclo biológico). En este aspecto, es fundamental observar no solo el comportamiento de los conciudadanos, sino de quienes ostentan el título de autoridades y del complejo edilicio y de recreación que uno tiene a disposición.




A lo que voy: uno merece, si quiere, claro, tener una ciudad en donde no solo pueda trabajar e ir a dormir, sino disfrutar de ella. Asunción está teniendo mejores plazas y se intenta limpiar un poco más, pero aún posee déficit. No solo a nivel de infraestructura sino de mentalidad. Muchos asuncenos, o quizás los visitantes, siguen tirando basuras en  las calles o, en nombre de mantener "el patriomonio histórico" no desean levantar edificios en un determinado barrio.

Asunción, en vez de mirar al río, que sí hace falta de todas maneras, debería mirar al futuro, pensando en los ciudadanos de ahora. Falta más iluminación, mejor recolección de basura, más cuidado a los espacios públicos. La Municipalidad debería tomar en serio las quejas de los vecinos y dejar de prometer. Su primer trabajo debería ser recortar el número de funcionarios y luego atender las necesidades prioritarias.

El impuesto se sigue pagando y es uno de los más caros del país, por lo que los gobernantes deberían cumplir. Así como deben cumplir los que siendo ciudadanos de otras localidades vienen y utilizan a la ciudad por unas horas y la dejan a su suerte por la noche.


Es una bonita ciudad que puede seguir creciendo, mirando para arriba y hacia el futuro. 







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