lunes, 20 de agosto de 2012

El refugio de los cultos: Museo del Barro

Fachada del Museo del Barro.


Los creyentes encuentran refugio en sus templos, los futboleros en los estadios de fútbol y las personas cultas, en los museos. Esto no en sentido peyorativo ni en detrimento de las distintas manifestaciones artísticas, puesto que en cualquier galería, y comprobando o desechando alguna teoría del arte, las distintas manifestaciones de la comunidad, local, nacional o global, se ven reflejados, mínimamente o no, en las exhibiciones.


Sin título, de Daniel Mallorquín.
Luego de seis años volví al Museo del Barro, un refugio de personas cultas escondido en el barrio Isla de Francia de Asunción, entre una vegetación envidiable y con un entorno propicio para la recordación de Apolo y Tot. El Centro de Artes Visuales-Museo del Barro, que tuvo sus inicios en 1972, es un complejo cultural que alberga tres museos: Museo de Arte Indígena, con una colección de 1.700 piezas; el Museo del Barro, que cuenta con 4.000 piezas y el Museo Paraguayo de Arte Contemporáneo, que alberga 3.000 obras de autores paraguayos y latinoamericanos. 

Sus precursores fueron Ysanne Gayet, Carlos Colombino y Osvaldo Salerno, quienes crearon en 1979 el Museo del Barro, que funcionó en la ciudad de San Lorenzo en sus inicios. Según los datos oficiales, es una entidad sin fines de lucro dirigida a mostrar en igualdad de condiciones el arte popular, el arte indígena y el arte urbano del Paraguay. El CAV-MB forma parte de la fundación "Carlos Colombino Lailla". 


Carpilla Sixtina, de Ricardo Migliorisi
En sus diversas salen se fusionan una importante colección de Arte Sacro jusuítico y franciscano, máscaras indígenas, cuadros paraguayos de inicios del siglo XX hasta el arte de vanguardia. Una de las obras destacadas del Museo sigue siendo la polémica "Carpilla Sixtina", de Ricardo Migliorisi y la "Próxima cena", de Carlos Colombino. Las pinturas de Olga Blinder y los trabajos de Edith Jiménez siguen deslumbrando.

Las obras de Ignacio Núñez Soler cobran enorme protagonismo para el centro cultural, ya que alberga más de 50 pinturas del artista asunceno del siglo pasado. Enrique Careaga y de Carlos Federico Reyes también enriquecen las salas.

Actualmente se encuentran en exhibición "Arbotantes para un museo. Un diálogo sentimental imaginario", en la cual la artista francesa Dorothée Selz indaga la gastronomía y religiosidad popular del Paraguay para pintar de colores a las tradicionales chipas del Curuzú Jegua. También impresiona la muestra "Arquitecturas próximas", de varios autores, entre ellos mi favorito en esculturas, Eduardo Chillida. En la colección se intenta mostrar la relación existente entre el arte y la arquitectura contemporánea.



Alejados del centro capitalino y cercano a la historia artística del Paraguay, en sus salas y pasillos se descubren curiosidades, mitos, realidades y sueños en una fusión que no lastima ni choca con un tradicional espectador. 
"Uniforme".

Es tiempo de hacer honor a las artes visitando aquella joya de la cultura. Y lo más impresionante es que no perjudica el bolsillo de los visitantes, ya que es gratuito para ellos, de martes a sábados.

Un paseo por el hierro, los pinceles y el barro no enriquece el alma, porque esta no existe, sino eleva la materia a la cúspide de la realidad y enaltece la plenitud.



Obra de Ignacio Núñez Soler. 
Muestra de "Arquitecturas próximas".



"Arborantes de un museo", de Dorothée Selz.

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