miércoles, 31 de octubre de 2012

¿Qué nos dice la pruebera?



La pruebera es un canto al guaraní, un poema para el teatro nacional. La obra, escrita y dirigida por el escritor Néstor Amarilla y presentada en el marco de la Semana Internacional del Teatro, en el Teatro García Lorca de la Manzana de la Rivera, no reinventa el teatro paraguayo, pero la enaltece. Impecable guión, con diálogos en guaraní y jopará, pero más guaraní que castellano, que logra desnudar la realidad cruda de un país que no termina de salir de la Edad Media, apegado a mitos, leyendas y supersticiones.
La historia en sí, aunque común, es divertida y concreta una fusión interesante de frescura literaria, poniéndose a tono con el periodo clásico de las tablas locales. La médica ñana, curandera o pruebera del pueblo, Ña Margarita (Lucio Sandoval), es visitada en su rancho, ubicado en las fronteras de un pueblo de 6.000 habitantes, por dos jóvenes con necesidades diferentes. A uno se le robó la moto y a la otra se le robó el corazón.

El relato tiene una secuencia lógica bien estructurada que se ve atormentada por un tercer pedido que no viene de ningún habitante del pueblo. Magia, superstición, fe y religión se unen para evidenciar la capacidad humana de asombro, dudas y poder.

En la trama destaca la realidad paraguaya vestida aún de inocencia, machismo, limitación, honestidad, miedo y religiosidad popular. Un elemento muy destacable es la visión de Andrés (representado por José Heid) con respecto a su porvenir. Joven de escasos recursos, sostén de la familia con ganas de trabajar y ahorrar para ir a la universidad. Aficionado a la ciencia y a la tecnología, logra magistralmente chocar con la visión tradicionalista no de una señora anciana, sino la de todo un pueblo. Por el otro lado, Blanquita es el vivo retrato de una joven enamorada y sencilla, que no presenta más aspiraciones que la de quedar con un hombre.


En cuanto a la actuación, se lucen tanto Sandoval como Jesús Pérez (en su papel de comisario). El brillo de cada uno no opaca al otro ni a sus demás compañeros. Heid, aunque se lo notó seguro, no terminaba de entrar en su personaje y a veces parecía más asunceno que pueblerino. Susana Escobar se merece una mención especial por actuar naturalmente, con un despliegue auténtico.

La escenografía quizás muy sobria, pero la puesta en sí, original. Amarilla nos presenta un teatro que parecía extinto, una forma de hacer arte desde un realismo paraguayo presente. El escritor es siempre historiador y filósofo del lugar en el que vive, si es que logra trasmitir el borde entre lo concreto y lo imaginario. Lo que vimos en "La pruebera" no es el pasado del teatro nacional, sino la realidad de un Paraguay del siglo XXI.


Foto: Blog de Néstor Amarilla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario