domingo, 30 de diciembre de 2012

Rita y su único amor: la ciencia


Una vida dedicada a la ciencia y a la investigación definen la larga trayectoria de la neuróloga y Premio Nobel de Medicina en 1986 Rita Levi-Montalcini, fallecida hoy en su residencia de Roma a los 103 años de edad. 

En 1986 recibió el Premio Nobel de Medicina, junto a Stanley Cohen, por su revolucionario descubrimiento de los “factores de crecimiento nervioso”  (nerve growth factor, NGF). Este descubrimiento, “de una importancia fundamental” según el jurado que concedió el premio, permitió comprender mejor el desarrollo del sistema nervioso y hacer enormes progresos en el estudio de las enfermedades cerebrales como el Alzheimer, de las complicaciones neurológicas ligadas a la diabetes y de algunos fenómenos cancerígenos. 

Nacida en Turín el 22 de abril de 1909 en el seno de una familia judía, sostenía que la vida tiene valor si se concentra la atención sobre el mundo que nos rodea y no solo sobre uno mismo. "Creo que más allá de haber obtenido importantes contribuciones en el sector científico, he satisfecho mi gran deseo juvenil: el de dedicarme a las personas que necesitan de ayuda", explicó la científica hace tres años con motivo de la celebración de su centenario.    

Mujer excepcional, no dudó en romper con los esquemas de la sociedad al optar por dedicarse en cuerpo y alma a su trabajo y no formar una familia como dictaba la tradición de la época. "La ausencia de complejos psicológicos, la tenacidad de seguir el camino considerado justo y la costumbre de infravalorar los obstáculos es lo que me han ayudado a afrontar las dificultades de la vida", dijo en una ocasión a la revista Science.    

Modesta aseguraba al ser preguntada por su inteligencia, que esta era "más que mediocre", creía que sus únicos méritos eran "el compromiso y el optimismo" y consideraba que "un inicio pesimista equivalía a un inicio con una derrota".    

Gran defensora de la emancipación femenina y de la importancia del rol de la mujer en la sociedad moderna, aportó su grano de arena a esta causa con la Fundación Rita Levi Montalcini Onlus, que concede ayudas para el estudio a las jóvenes africanas. Montalcini fue además muy activa en la lucha por asegurar un futuro a los jóvenes investigadores en Italia.    

Un objetivo por el que se batió hasta sus últimos días, como demuestra el llamamiento que hizo al Gobierno tecnócrata de Mario Monti para introducir modificaciones en el decreto ley para el Desarrollo, al asegurar que ponía en peligro la transparencia en la asignación de fondos públicos a los proyectos de investigación.    

Su vida estuvo marcada por los éxitos y por los reconocimientos, pero también por momentos difíciles, como su marcha a Bélgica en 1938 ante la corriente antisemitista que azotaba Italia bajo el régimen de Benito Mussolini, o la nostalgia de su país durante sus años de investigación y enseñanza en Estados Unidos, donde residió entre 1947 y 1977.    

Su éxito más importante a nivel científico llegó a principios de la década de los cincuenta, con el descubrimiento del factor de crecimiento del sistema nervioso, que casi tres décadas después le valdría el premio Nobel junto a su colaborador, el bioquímico estadounidense Stanley Cohen. Un descubrimiento que, según ella misma explicó, "tuvo lugar por casualidad" en su laboratorio y que sirvió "para afrontar patologías neuronales degenerativas que, al comienzo del tercer milenio, afectan a una parte imponente de la población mundial".    

En agosto de 2001 recibió otro de los grandes reconocimientos de su vida por sus logros sociales y científicos al ser nombrada en Italia senadora vitalicia. Un papel que desempeñó con la misma tenacidad que había manifestado en su trayectoria científica y que le valió, en más de una ocasión, diferentes ataques en el Parlamento.    

Preguntada sobre el secreto de su vitalidad confesó, ya superados los cien años, que este se basaba en "comer como un pajarito" y "mantener intacto su interés por las noticias políticas y de la vida del país".    
"El cuerpo que haga lo que quiera, yo no soy el cuerpo: yo soy la mente", aseguraba.

Murió luego de almorzar, este domingo 30, en Roma.

Fuente: Agencia EFE.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Antes del fin del mundo



Había abierto las páginas de la revista educativa de Última Hora. Traía algo sobre el cometa Elenin (que murió con más penas que glorias) y un recuadro que incluía la supuesta controversia sobre el fin del mundo en el 2012. Pedía a los chicos lectores que “alquilen balcones” para ver lo que sucedía. Efectivamente, usé esto en mi charla sobre “El fin del mundo desde la óptica científica“, que la ofrecí en el ciclo de conferencias de APRA el año pasado.    

Hace unas dos semanas, miembros de Rama Paraguay se acercaron al diario para que les haga una nota sobre “el fin del mundo.” Me dijeron que no habrá ningún desastre este 21 de diciembre, porque los extraterrestres ya se lo habían dicho meses atrás. Lo que sucederá, es que “habrá cambio de mentalidad o espíritu.” Podrán tildarme de cerrado, poco objetivo, pero en honor a la objeción de consciencia, no publiqué la nota.    
 
Michael Shermer, en su libro ¿Por qué creemos en cosas raras? enumera una lista breve de motivaciones profundas hacia las cosas raras:

-Credo consolans: la razón principal de que la gente crea en cosas raras es que quiere creer en cosas raras, ya que se sienten bien al hacerlo además de ser reconfortante. Establece un consuelo y ese consuelo se da en casi todas partes del planeta;

-Gratificación inmediata: muchas cosas raras ofrecen gratificación inmediata, por ejemplo, las llamadas a los 0900, que imponen un nuevo modelo de ?psicoterapia? y hasta asesoramiento espiritual, por una buena cantidad de dinero, dependiendo de la cantidad de tiempo en las conversaciones;

-Simplicidad: la gratificación de las creencias de cada uno es mucho más fácil cuando se ofrecen explicaciones simples de fenómenos que con frecuencia son complejos y contingentes. Las explicaciones científicas son complicadas y para entenderlas, se requieren formación y esfuerzo. La superstición y la creencia en el destino y en lo sobrenatural ofrecen un camino más fácil a través del complejo laberinto de la vida;

-Moralidad y sentido: en la actualidad, los sistemas científicos y seculares de moralidad y sentido han sido relativamente poco convenientes para la mayoría de las personas. La gente se pregunta si ante la ausencia de una entidad divina, por ejemplo dios, se tendría un sistema moral; y,

-La esperanza en lo eterno: fuerte apego a promesas irreales de una vida mejor fuera de este planeta y de esta existencia, combinado a una fuerte dosis de intolerancia e ignorancia que forjan a los ciudadanos.    
   
El mito del fin del mundo ya está refutado. Lo que me sorprende es la cultura que se crea con ella. Lamentablemente, algunos ya sufren de docefobia, o la fobia del fin del mundo. En estas pocas horas que faltan para un nuevo solsticio de verano hay que tener cuidado con los que nos rodean. Pareceré repetitivo, pero hay que conversar con amigos, familiares y conocidos sobre el tema. ¡Porque realmente hay gente que cree que el mundo acabará en unas horas! Esto posibilita no solo el nerviosismo, la ansiedad, el miedo y la desesperación, sino también la violencia, el caos y hasta el suicidio.    
   
En algunos países de Oceanía ya es 21 de diciembre. Y hasta el momento, ¡nada ha pasado! Pero la gente crédula sigue firme. El combate a la ignorancia es un arduo trabajo y a veces agota, pero reconforta. Vendrán otros “21 de diciembre“, porque simplemente hay gente que demasiado quiere creer. Pero también estamos los escépticos, que tratamos de entender el mundo con ojos naturales. ¡Feliz Día del Escepticismo!

martes, 18 de diciembre de 2012

¿Dónde están los extraterrestres?




La Fundación Centro de Difusión e Investigación Astronómica (CEDIA), en conmemoración del  “Día Mundial del Escepticismo y contra el avance de las Pseudociencias”, organiza la charla-debate sobre “Búsqueda de inteligencia extraterrestre”, a cargo del secretario de la nucleación, Félix Piriyú y del periodista de ABC Color Eduardo Quintana.

El evento se llevará a cabo en el salón rectorado de la Universidad Iberoamericana, 15 de Agosto esq. Ygatimí, a partir de las 19:30 horas del jueves 20 de diciembre. El acceso a la exposición es libre y gratuito.

¿Existe la inteligencia extraterrestre? ¿De qué trata el proyecto Seti? ¿Es posible encontrar a civilizaciones avanzadas fuera de nuestro planeta? Éstas y otras preguntas serán respondidas durante el evento, ya tradicional para Cedia, pues es el tercer año consecutivo que se realiza en  Paraguay, en honor a la memoria del astrónomo y divulgador científico Carl Sagan.

Carl Sagan (1934-1996, EE.UU.) fue uno de los más famosos astrónomos y divulgadores de la ciencia en el siglo XX. Mundialmente conocido por la serie “Cosmos, un viaje personal”. Fue profesor de Astronomía y Ciencias Espaciales de la Universidad de Cornell y presidente de la prestigiosa Sociedad Planetaria.

El Dr. Sagan recibió varios premios, entre los que se destacan: Premio Pulitzer, medallas de la NASA, Premio Apollo y la medalla del Bienestar Público de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos. Tiene un variado repertorio de libros científicos y estrictamente divulgativos, como: Los dragones del Edén; El cerebro de broca; Cosmos; Contacto; Un punto azul pálido; El mundo y sus demonios; Miles de millones, entre otros.

CEDIA es una organización sin fines de lucro, apolítica y aconfesional, cuyo objetivo principal es a difusión de la astronomía en sus diversas manifestaciones en el Paraguay.

                                                                                  Más informaciones: 0981-810661