jueves, 1 de marzo de 2012

¿Puede un arquitecto ser un héroe?

Libro recomendado (V)

“Nada se le regala al hombre en la tierra. Todo lo que necesita ha
de ser producido. Y aquí el hombre se enfrenta a su alternativa básica: Puede sobrevivir sólo de una de las dos maneras siguientes: Por el trabajo independiente de su propia mente o como un parásito alimentado por las mentes de otros. El creador origina. El parásito toma prestado. El creador se enfrenta a la naturaleza sólo. El parásito se enfrenta a la naturaleza mediante un intermediario. La preocupación del creador es la conquista de la naturaleza. La preocupación del parásito es la conquista de otros hombres”.
Howard Roark


Aunque el término héroe varía con el tiempo, en sociedades subdesarrolladas, principalmente, aquel suele ser un líder militar o político que libró grandes batallas y ganó varias guerras de las que salió vivo o muerto.

Lamentablemente, en Paraguay, en parte responsabilidad de los historiadores, pero en mayor grado de la política educativa, se tiene presente aún que los grandes héroes nacionales fueron los dictadores Francia y López hijo. Una revisión rápida podría acercarnos a algunos razonamientos que nos llevarían a otras conclusiones. Desde 1811 a 1870, durante los tres periodos de gobierno de Francia y ambos López, no hubo realmente un desarrollo tan mentado
como sostienen algunos nostálgicos.

Sí hubo algunos progresos técnicos y arquitectónicos, que por el orden internacional vigente, se necesitaba, sobre todo para el comercio. Pero los habitantes eran analfabetos y no podían oponerse a las directrices de los dictadores. Los opositores políticos eran escasos y eran cruelmente perseguidos. Ejemplos como el descubrimiento de la Conspiración de 1820 o los Crímenes de San Fernando son solo dos visiones de un estado terrorífico que no permitía la disidencia.

En contrapartida a ello sí hay un montón de nombres de pensadores, poetas, deportistas, artistas y personas sin destacada trayectoria social que aportaron y aportan a diario con su visión emprendedora, como ejemplo de heroísmo.

Esta visión también está presente en la literatura. Uno de los ejemplos más completos de heroísmo, a mi modo de ver, la encontramos en Howard Roark, el arquitecto protagonista de la novela El Manantial, de la filósofa y escritora Ayn Rand. Esta obra, de 1943, llegó incluso al cine, de la mano de King Vidor, protagonizada por Gary Cooper y Patricia Neal.

Roark es un hombre convencido de que los valores de vida, libertad y propiedad son defendidos cuando el individuo crea y transforma los elementos de la materia para darle un valor agregado. El arquitecto neoyorkino defiende con inteligencia la independencia que tenemos los humanos para producir, para pensar, para crear, para transformar, para vivir.

Sin dudas, es quizás uno de los personajes de ficción olvidado, tal vez, porque haya sido egoísta. Producto de una mente altamente individualista como la de Rand.
Pero aún así, El Manantial es un canto a la libertad de los seres humanos, un llamado a la independencia y una defensa de la vida racional.

La trama tiene la ventaja de ser desarrollada en la ciudad de Nueva York, para los amantes de esta ciudad.

“A través de los siglos hubo hombres que dieron los primeros pasos por nuevos caminos armados tan solo con su propia visión. Sus objetivos eran diferentes, pero todos tenían esto en común: El paso era el primero, el camino nuevo, la visión original, y la respuesta que recibieron: Odio... Pero los hombres de visión original siguieron adelante. Lucharon, sufrieron y pagaron su precio. Pero ganaron”.
Howard Roark, en El Manantial

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