LIBRO RECOMENDADO (II)
Causa revuelo a veces (en realidad casi siempre) hablar sobre dios, religión y misticismo
en nuestro medio. Durante la semana pasada, varios oyentes de la radio (Ñandutí) criticaron un calificativo que había dado días atrás a la Iglesia Católica, transformando el Quinto Poder en una suerte de lapidación pública mediática.
Más allá de eso, el libro recomendado del último viernes en Franja Roja fue "La conexión divina. La experiencia mística y la neurobiología", de Francisco Rubia. (Drakontos Bolsillo, Crítica, 2010).
Para el filósofo y físico Mario Bunge, la neurociencia es el estudio científico del sistema nervioso, y se ha convertido en la disciplina de moda en los últimos años. “Posiblemente sea la ciencia que avanza más velozmente, y que recluta adeptos con mayor rapidez. El último congreso norteamericano de neurocie
ncias, que se reúne anualmente, convocó a 24.000 investigadores”, indica nuestro pensador, en su libro Cápsulas (Cap. ¿Qué hay de nuevo en la neuroquímica?).
El pensador señala también que esta rama aportó hallazgos sensacionales para la medicina y la
buena calidad de vida de las personas, como las localizaciones del pánico y de la intención, así
como el diseño de drogas para controlar enfermedades nerviosas.
Además, puntualiza que la neurociencia pretende revelar secretos de los procesos mentales y
proveer, tanto a la psicología como a la psiquiatría de herramientas podeorosas para tratar los
transtornos emotivos, cognitivos y conductuales.
Volviendo al libro recomendado, a decir de Rubia, neurofisiólogo de la Universidad Complutense de Madrid, y rememorando a Bruno Borchert, el misticismo se encuentra en todas las religiones y culturas, difiriendo cada vez por su modo de expresión, pero semejante en cuanto a lo esencial: el conocimiento, fundado en la expresión de que, de una manera u otra, todo está íntimamente ligado, que en el origen, todo es uno.
Rubia, indica que la experiencia mística e una de las vivencias más curiosas de las que es capaz de experimentar el ser humano. Por los informes de los que han vivido o experimentado, por su intensidad, por su carga efectiva y por su capacidad de transformar incluso la conducta posterior de la persona implicada, se trata de algo verdaderamente extraordinario.
Como la experiencia mística se produce en muchas culturas y en diversos grados y épocas, habría
que cuestionarse si este tipo de experiencias tiene denominadores comunes que hagan posible la
comparación entre la experiencia de un sulfí, en el islam, o la de un místico español del Siglo de
Oro. Si partimos del hecho que esta experiencia puede provocarse por estimulación de estructuras cerebrales, entonces el denominador común debe ser precisamente ese: la base neurobiológica.
Sin embargo, se descarta que estas situaciones
tengan carácter patológico, ya que si bien pueden
producirse en determinadas patologías, como la epilepsia del lóbulo temporal, eso no significa que
no pueda producirse espontáneamente.
Rubia indica que si la experiencia mística es el producto de la activación de una parte del cerebro,
su activación no puede sino estar acompañada de aquellos factores que han moldeado el cerebro del individuo a lo largo de su formación cultural. Aunque solo sea por los contenidos de la memoria, es lógico pensar que la persona tiene este tipo de experiencias recurra a esos contenidos que son losque ha recibido a lo largo de su vida. Es impensable que un budista pueda ver en el marco de esa experiencia mística a figuras como la Virgen María, que no ha pertenecido a su formación religiosa, de la misma manera que un místico cristiano nunca en sus visiones ha podido ver o hablar con figuras de otras religiones.
Es sabido por experimentos neurofisiológicos que incluso cuando se utiliza la estimulación
eléctrica, el animal de experimentación se puede comportar de diferente manera dependiendo de
los objetos que se encuentren en su entorno. Los estímulos sensoriales que en ese momento están llegando al sistema nervioso juegan un papel, si no decisivo, al menos complementario para la conducta que la activación de determinadas estructuras nerviosas va a producir. En consecuencia, cuanta más influencia tendrán los contenidos de la memoria de un individuo que, sin duda, se activan también para producir alucinaciones y visiones de estas personas que viven la experiencia mística.
Según Rubia, la experiencia mística no es exclusiva de las religiones tradicionales, ya que el éxtasis chamánico es un ejemplo que está al margen del tradicionalismo religioso, y esto se puede producir en muchas personas, panteístas, incluso ateas, según el autor.
El principal argumento de las visiones y voces es que tienen el carácter de imaginaciones
sensoriales, mientras que la experiencia mística no es sensorial.
Las características de la experiencia mística, seg´n el profesor de la Universidad de Harvard, Robert M. Gimello, son:
1- Sensación de unidad.
2- Enorme confianza en la objetividad o realidad de la experiencia.
3- Inefabilidad.
4- Modo de percepción diferente del intelectual, estando las operaciones intelectuales suspendidas.
5- Sentido paradójico de coincidencia de los opuestos.
6- Fuerte tono afectivo de la experiencia.
La relación entre la experiencia de trascendencia o experiencia religiosa y el sistema nervioso
autónomo es obvia.
Numerosos estudios han confirmado la influencia que este tipo de experiencias tiene sobre el sistema nervioso autónomo, como el Yoga Tántrico, la Meditación o danzas rituales, que suelen ir acompañadas de cambios significativos en la frecuencia cardíaca, presión arterial o la respiración.
También se ha hecho mediciones con la conductancia eléctrica de la piel, que depende de la
sudoración y esta del nivel de innervación simpática de las glándulas sudoríparas; esta conducta
también se encuentra alterada durante las experiencias religiosas. Cada movimiento implica
una modificación, al menos , del metabolismo, de la temperatura y de otras funciones que es
necesario mantener constante, llamada homeostasis , controlada por el denominado ganglio central del sistema nervioso autónomo: hipotálamo , este coordina la expresión corporal de los estados emocionales. Es centro coordinador de respuestas somáticas y autónomas.
Rubia no habla acerca de la existencia o no de dioses, sino de las experiencias conocidas como místicas, que se dan como una función en la estructura cerebral.
Y aquí sí hay varias posturas, que se resumen en, básicamente dos: la que sostiene que el dios creador dotó de complejas funciones neuronales al ser humano para que en algún momento (¿con la aparición de las neurociencias?) se lo conozca mentalmente y así tener una "prueba" contundente de su omnipotencia y la otra; (más realista) que afirma que con esto se demuestra que dios es simplemente una función neuronal sin connotaciones espirituales ni metafísicas, que, como se da dentro del cerebro (y a decir de algunos, como subproducto de la evolución) ningún deidad transciende el cráneo.
Son posturas para seguir siendo debatidas, por el momento, me quedo con la más probable, que sigue siendo la inexistencia de cualquier dios en el Universo (ni fuera de él).
Buena semana.